lunes, 26 de noviembre de 2007

Sobre la Obra

El capitán de ejército Polaco, ex Rey de Aragón, y gran doctor en Patafísica, Ubú, instigado por su mujer, decide derrocar al Rey de Polonia Wenceslao, con la ayuda del Capitán Bordura y su ejército, instalando una terrible tiranía. Bugrelao, hijo del antiguo Rey, escapa de la masiva matanza de su familia, acudiendo al apoyo del Rey de Rusia, quien le concede el control de un ejército para poder recuperar su corona. Mientras, Ubú Rey sube los impuestos a cifras inconcebibles, castigando a pequeños y grandes comerciantes, haciendo constante uso corrupto de su poder. Una vez que el príncipe Bugrelao llega con su ejército, Ubú deja a Polonia en las manos de su mujer y parte a la guerra, donde es derrotado. Perseguido luego del desastre, se encuentra por azar con su esposa y juntos escapan de Polonia en barco, gracias a la ayuda de alguno de sus fieles.

Personajes:
Padre Ubú
Madre Ubú
Capitán Bordura
Rey Wenceslao
Reina Rosamunda
Boleslao
Ladislao
Bugrelao
El general Lascy
Estanislao
Juan Sobieski
Nicolás Rensky
El emperador Alexis
Soldados
Secuaces
Ejército polaco
Ejército ruso



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Alfred Jarry con tan solo quince años escribió esta desbordada travesía del señor Ubú como perpetrador de todos los horrores del poder, del abuso del gobierno, del autoritarismo. Para ser más justos, la obra fue concebida entre juegos y burlas por un grupo de adolescentes estudiantes de una escuela secundaria, entre los cuales estaba Jarry. El centro de la mofa fue el señor Hébert, su profesor de física, personaje grotesco, obeso e incompetente, a quien hicieron recorrer todo tipo de aventuras, que emulaban sus propias versiones de clásicos como Don Quijote o Gil Blas. En el ático de Jarry, entre marionetas y títeres, el señor Hébert se transformó en padre Hébert, Heb, Hébé, y finalmente en el padre Ubú que hoy conocemos. Esta primera versión de Ubú rey, llamada Los polacos, tiene claras alusiones a obras de Shakespeare como Macbeth, Hamlet y Julio César. Es pues una celebración de la irreverencia de la juventud temprana, que llega a tener una escalofriante lucidez para ver aquello que ya de adultos cubrimos con palabras y análisis diversos. Siendo así, tan directo y crudo, sólo puede ser procesado disfrutándolo con un alma adolescente, entrando en el juego que propone, y reflexionando después sobre las grandes verdades que plantea.

Jarry retomó Los polacos y el trabajo con su querido personaje Ubú ocho años más tarde. Con mínimos ajustes, en diciembre de 1896, estrenó Ubú rey en medio de la perplejidad, la indignación y la admiración del público asistente. Fue tal el desconcierto que provocó, que sólo pudieron darse dos funciones de esta obra, que no volvió a representarse sino hasta años después de la muerte de Jarry.
Sin embargo, el autor continuó el trabajo con Ubú y creó dos obras más para él: Ubú cornudo y Ubú encadenado, además de una versión abreviada de Ubú Rey, llamada Ubú en la colina. En ellas, pasa del tema del poder, a la reflexión sobre el verdadero significado de la libertad, y a la naturaleza de la relación del individuo con su conciencia. Sin duda, reflexiones totalmente representativas de la época en que vivió, el fin de un siglo que trajo a la humanidad grandes cambios, descubrimientos científicos e inventos tecnológicos, como las máquinas que mueven industrias, el uso de trenes y redes viales para el transporte, el telégrafo, la fotografía, la iluminación a gas y la teoría del origen y la selección natural de las especies. En ese contexto, el ser humano se reubica en la historia como el centro y el motor de los acontecimientos, que antes estaban en manos de Dios, y siente que goza de un poder ilimitado, que se le termina yendo de las manos en el siglo XX, como premonitoriamente la secuencia de las tres obras de Ubú nos anuncia.
La obra de Jarry tuvo gran influencia en las corrientes culturales que sucedieron a su muerte. Fue de gran inspiración para los movimientos dadá y surrealista, así como referencia obligatoria para los autores del teatro del absurdo en sus diversas variantes, que tanto han aportado a la dramaturgia contemporánea

.....................................Marissa Béjar

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